Pude haber muerto en Myramar y no lo sabía

Pude haber muerto en Myanmar pero… !No lo sabía!

Hsipaw es un pequeño pueblo ubicado en el Norte de Myanmar, había leído varios blogs de viajes en los que confío al 100% en sus recomendaciones y decían que es uno de los lugares más bonitos del país, así que no quería perderme esa oportunidad de conocerlo personalmente. Richard me visitó en Hsipaw, era un amigo que había conocido en Bagan con el que iba a compartir unos días para hacer juntos un trekking. Tati una amiga bloguera me había recomendado hacer la caminata sin agencia, ella lo hizo hace un par de años por su cuenta y había tenido una experiencia estupenda. Me recomendó un pueblo aproximadamente unos 13 kilómetros de la ciudad, ubicado en lo alto de las montañas, fuera del circuito turístico, donde podríamos ver la vida de campo y varios grupos étnicos. La ruta estaba marcada en Maps.me (una aplicación de mapas offline), además me había mandado la foto de la mujer por la que tenía que preguntar al llegar, según yo tenía todo lo necesario para partir. En el hostal conocimos a Gemma de Wales y Ana de Holanda quienes se unirían a la aventura al siguiente día. Antes de dormir Richard me sugirió tomar un tour alegando que al llegar allá nadie iba a hablar inglés y que tal vez un guía podía hacernos las cosas más fáciles a lo que me negué rotundamente, y él como buen compañero no volvió a insistir.

Me encantan las aventuras y quería que está sea una más, no me gustan los tours con guía, siempre te llevan a su ritmo. Prepárense para lo que se viene porque ¡Qué aventura que vivimos!

 

 

 

 

 

 

Al día siguiente los cuatro estábamos listos, teníamos la ruta marcada y una larga caminata, si todo salía bien en teoría llegaríamos a la aldea en unas 5 horas. Ese día tuvimos mucha suerte, no hacía sol pero tampoco lluvia, a menudo corría un viento helado que nos refrescaba durante la caminata. Éramos 4 personas que no sabíamos nada el uno del otro, de edades, países e idiomas distintos. Conversamos durante todo el camino, al principio íbamos en parejas e hicimos todas las combinaciones posibles: Gemma – Ana, Ana – Nicole, Nicole -Richard y así sucesivamente. Al cabo de un par de horas ya no éramos más desconocidos porque habíamos hablado de todo. En los viajes el tiempo se mide de manera distinta, las horas parecen semanas, las semanas meses y los meses años, con solo tres días tienes la impresión de conocer a esa persona de toda la vida.

 

 

El grupo de los «rebeldes»

Habíamos estado una hora caminando cuando nos desviamos de la ruta marcada para conocer una cascada cercana, Richard había olvidado sus sandalias, se saco sus zapatos y empezó a caminar descalzo sobre un camino de pequeñas piedras, por su mirada asumo el martirio que estaba pasando, no se ponía los zapatos porque producto de un trekking anterior sus pies estaban muy lastimados y tenía una infección debido a picaduras de mosquitos en Tailandia, así que sentía mucho dolor llevarlos puestos. Mientras caminábamos encontró una sandalia en el camino, una sandalia viaja que alguien la tiro, además era dos tallas menos que su número, se la puso, iba alternando primero poniéndola en su pie derecho, luego en el izquierdo, para su mala suerte jamás encontramos el par, para mi era gracioso verlo caminando semi descalzo, no podía parar de reírme toda la escena era una película ¿Se han dado cuanta como una simple chanclas nos facilitan la vida?, deberíamos pensar en un segundo todas las comodidades que tenemos. Después de unas horas decidió ponerse sus zapatos, no se que era peor, caminar descalzo sobre piedrillas o que tus pies sangren por unos zapatos incomodos. Cruzamos por pequeños pueblitos llenos de diversas plantaciones de arroz, té y mucho maíz, todos muy tranquilos, no había contaminación, tráfico, los caminos eran de tierra y las separaciones entre casa y casa eran de varias cuadras. Nosotros íbamos todo el tiempo riéndonos y disfrutando de la caminata.

Después de varias horas de camino pasamos por un control militar, Richard y yo le dijimos «Hello» al militar, el cual nos vio muy serio y no nos respondió, nosotros no entendíamos el porqué de su seriedad, la gente en Myanmar es muy amable, pensamos que tal vez tuvo un mal día. Al poco tiempo llegamos a un restaurante donde servían té gratis, un lugar muy sencillo construido con maderos viejos y un fogón de manera al aire libre. Para mí sentarme sobre esas polvorientas silla fue la gloria, lo único que quería es hacer dedo y  llegar al destino, obvio que era un tonto e iluso sueño porque trekking era la actividad que estábamos haciendo. Richard estaba hambriento, pidió una sopa de fideos, él vio que alguien estaba comiendo lo mismo y lo señaló, así nos evitamos el tiempo en tratar de explicar algo en inglés y que pasen horas sin entendernos, asumimos que era lo único que había en el lugar, por nuestra parte las chicas y yo comimos unas bananas que las habíamos llevado.

Volvimos al camino después de descansar unos 30 minutos, vimos los preciosos campos de maíz como alfombras en las montañas con distintas tonalidades de café, el olor de las hojas del té verde y todo el paisaje. Nos cruzamos con algunos campesinos que vestían coloridas ropas con sus sombreros en forma de cono que les protege del sol y la lluvia, nos sonreían, les sonreíamos. Para mí ver todo eso hizo que visitar este país haya valido la pena y el cansancio que tenía era más manejable con las sonrisas de desconocidos.

Paisajes que te dejan sin aliento.

Conforme el tiempo avanzaba todo se iba haciendo más duro y menos divertido, al menos para mí, seis horas caminando y no llegábamos ¿Por qué?. Richard y Gemma eran los motivadores del grupo. Empezamos a «motivarnos» viendo la ruta en Maps.me sin hacer zoom para que pareciera que estábamos cerca, hablábamos de kilómetros ya que se escuchaba mejor decir «faltan dos kilómetros» a decir «tenemos que caminar 3 horas más», fingíamos estar a la vuelta de las esquina, los dos últimos kilómetros fueron de subida, una montaña con un suelo lleno de lodo debido a las lluvias de los días anteriores. La caminata se torno intensa, empecé a sentir mucho cansancio, los chicos tenían un estado físico sorprendente o yo uno fatal, ahora eran los tres caminando juntos y yo siempre unos dos o tres metros atrás. Cada paso que daba cargaba una libra de fango en cada sandalia, se hundían mis pies y nos podía sacar, las últimas horas me pregunte más de mil veces ¿Por qué no rentaste una moto?, hibiera sido tan fácil, pero aquí estás tratando de ser la superheroína y queriendo llorar al mismo tiempo. Los chicos y yo alternábamos nuestro calzado entre zapatos deportivos y chanclas entre hora y hora para dejar que nuestros pies respiraran, todo era tan agotador.

A solo un kilómetro del pueblo a lo lejos vimos dos motos de locales transportar turistas, ellos pararon y nos dijeron que está zona es peligrosa ya que se encuentran varios rebeldes y que no está autorizado ir sin guía, que lo mejor era que nos regresáramos, uno de los turistas nos mostró una foto de un cartel que decía algo así «zona de peligro, prohibida la entrada sin un guía», ninguno de los cuatro habíamos visto esos carteles que estaba pegados en los árboles a lo largo del camino. ¿Peligroso? ¿Prohibido? ¿Rebeldes? Toda esa noticia nos cayó como balde de agua fría, no sabíamos de la existencia de ningún rebelde, no sabíamos si nos mentían o si nos decían la verdad. Su recomendación era que llegáramos al pueblo y de ahí tomáramos una moto de regreso, cuando escuché eso en mi mente pasaron miles de cosas, nos están mintiendo, ellos quieren ganar dinero, no puede que sea tan peligroso. Cómo es mi expertis meterme en problemas decidí manejar la situación, tratando de convencer a los chicos de que regresarnos era la peor opción estábamos tan cerca así que decidimos seguir caminado y llegar al pueblo, todos teníamos la duda de que tan cierto era todo lo que habíamos escuchado, nadie se quería regresar.

Uno de los rostros más bellos que he encontrado.

Comenzó una pequeña lluvia y el camino cada vez se hacía más difícil e empinado. Después de una hora llegamos al pueblo, vimos un arco de piedra que decía: bienvenidos Pan Khan, al ver el letrero sentí una alegría inigualable, ya no más caminata, mis piernas temblaban. Gemma y Richard se adelantaron, Ana y yo nos quedamos atrás caminando más lento, no podíamos creer lo que estábamos viendo, un monje de no más seis años fumando con otro niño, toda la imagen que tenía de los monjes se me vino hacía abajo ¿Que demonios hacía un niño fumando? y peor aún ¿Que hacía un niño y monje fumando?. Los vimos por tres minutos sin saber que decir, era un shock, además tenían unas resolteras y estaban matando pajaritos, yo saqué mi cámara y les tomé una foto con miedo a que apuntarán con sus resolteras por haberles tomado la foto.

Está foto la miro y aún no la puedo creer.

Empezamos a caminar cuando de repente vimos dos señores entrar del monte con dos rifles, mi vida se cruzó por un segundo y pensé que todo lo que nos habían dicho los guías no eran mentira, ¿Rifles? no sabía que hacer, me tropecé de la impresión pero no me caí, solo se llenaron de lodo mis medias y me levante rápidamente, estaban  tan cerca de nosotros, con Ana entramos en una crisis de risa nerviosa, no podía parar de reírme y ella tampoco, era algo desesperante, lo que más me preocupaba era que mi risa causara un mal entendido, ya saben como que si me estuviera birlando de ellos y nosotros sin hablar una palabra de birmano,  a lo lejos Gemma y Richard nos veían con caras de asustados, ninguno de los cuatro comprendíamos la escena, por unos minutos estábamos en todos pánico. Seguimos caminando y estos sujetos desaparecieron ¡Qué bueno! eso de que anden detrás de ti con un arma no es nada bonito. Encontramos una tienda y preguntamos donde quedaban los guest houses, la señora no hablaba ni una palabra de inglés, respondió a nuestra pregunta así: » yes, yes I have one doughter and one son» WTF, estamos en problemas, ¿cómo íbamos a salir de esta? era una mezcla entre cansancio, confusión y miedo, de la nada apareció un chico que hablaba inglés y que nos decía que nadie en el pueblo nos va a hospedar sin un guía y que lo mejor era que nos regresemos. Para mí el volver no era negociable, ya era tarde, estaba cansada y aunque los rebeldes existían porque nos iban a hacer algo si íbamos en son de paz, le pedimos que nos ayude, al principio dejo que NO pero luego y con tanta insistencia nos dijo que nos podíamos unir al grupo de turistas que habían hecho el trekking con él y aunque los 4 tuvimos muchas ganas de no tomar tours, no teníamos otra opción, estábamos seguros que nadie nos iba a hospedar.  De hecho después de pasar el control militar nos estuvieron monitoreando y estudiando todos nuestros pasos, todos los rebeldes de la zona sabían que habían 4 ilusos turistas si guía.

Nos fuimos a una casa de una familia donde dormiríamos esa noche y conocimos a 5 extranjeros más: Emmanuel y Marie de Francia, Gaby y Nick de Australia y Richard 2 de Nueva Zelanda.

En la noche el guía nos contó que desde el año 2013 hay enfrentamientos entre rebeldes y militares y que es peligroso ir sin guías, ya que por lo menos una vez cada tres meses hay enfrentamientos a fuego abierto en este último año, ya han muerto varias personas, además que los rebeldes en varias zonas de los caminos han puesto minas explosivas para que los militares no se acerquen a las aldeas. Terminó de contarnos eso y los 4 nos quedamos con la boca abierta, habíamos hecho la mayor imprudencia de nuestra vida y no lo sabíamos ¿Pero porqué nadie nos dijo nada? La razón es que desde que comenzó todo el problema con los rohingyas el turismos a bajado de una manera drástica, lo que menos quieren es asustar a los turísticas contándoles que a las rutas de trekking que van hay grupos de rebeldes, lo cuál me parece una gran irresponsabilidad.

Tengo que confesar que aunque nos divertimos no fue una buena decisión haber ido solos, pero aquí hay una desinformación total. Esa noche después de que todo pasó nos reímos mucho, cada vez que alguno de nosotros contaba la historia, veía mis medias llenas de lodo y pensaba ¡Eres tan tonta Nicole, pero aquí estás vivita y coleando! me dolía la mandíbula y las costillas de la risa. Dormimos y al siguiente día volvimos a Hsipaw, nos llamaron los «rebeldes» en el hostal, el grupo loco de chicos que se fue a hacer un trekking sin guía, ERA UNA MEZCLA ENTRE HÉROES Y UN GRUPO DE TONTOS.

Hace meses que no había reído hasta llorar, este último tiempo se habían vuelto bastante lineales sin tanta emoción, pero esto si que fue una súper dosis.

8 comentarios en “Pude haber muerto en Myanmar pero… !No lo sabía!”

  1. Rodolfo Eduardo Medina

    Excelente post. Excelente tus escritos. Exelente tus experiencias de viaje y vida. Éxitos y que siempre haya luz en tu Universo. Saludos desde Latitud 2° Ecuador.

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